miércoles, 22 de agosto de 2012

Trastornos de Ansiedad


         FOBIAS

¿Qué es una fobia específica?
El manual de diagnóstico de los trastornos mentales (DSM-IV) de fine a una fobia como “temor acusado y persistente que es excesivo o irracional, desencadenado por la presencia o anticipación de un objeto o situación específicos”. La fobia específica se caracteriza porque la persona que la padece experimenta el miedo y el malestar asociados a determinado estímulo en particular (por ejemplo, fobia a las tormentas, a las arañas o a los payasos). Por el contrario, la fobia social es más amplia y se refiere a la relación de la persona con los demás. La fobia le causa a quien la padece un temor intenso que puede desembocar en síntomas físicos tales como mareos, náuseas o palpitaciones, y hasta derivar en un ataque de pánico.
Si bien es difícil determinar cuáles son las diez fobias más comunes (ya que varían según el sexo y la edad –los adolescentes padecen fobias sociales con más frecuencia que los adultos-), he aquí una lista de las que se considera más frecuente en general:
Aracnofobia: Se trata del miedo a las arañas. Se calcula que la mitad de las mujeres y el 10% de los hombres padecen esta fobia en algún grado. Las reacciones de estas personas resultan exageradas para los demás, e incluso para los mismos afectados. Éstos procuran mantenerse apartados de los sitios en donde pueden encontrarse arañas, o donde han visto telas de araña. En los casos más serios, el pánico puede ser detonado incluso al ver una fotografía.
Socio fobia: Se trata de un persistente e intenso miedo a ser juzgado negativamente en situaciones sociales. Es una fobia de las más comunes entre adolescentes y jóvenes, se calcula que cerca de un 4% de las personas entre 18 y 55 años la padecen. A diferencia de lo que sucede en la mayoría de las fobias, esta fobia social es igualmente común en hombres y mujeres.
Aerofobia: Se trata del tan común miedo a viajar en avión (de hecho, se calcula que sólo el 5% de los pasajeros abordan el avión sin temores de ningún tipo). Sin embargo, las personas que padecen de esta fobia no experimentan sólo una ligera inquietud en el momento del aterrizaje y del despegue, sino que en ocasiones las fobias les impiden planear siquiera un viaje de este tipo, o les ocasionan trastornos de ansiedad ante la perspectiva de un futuro viaje, incluso meses antes de llevarlo a cabo.
Agorafobia: Se trata del miedo a los espacios abiertos, y es un trastorno más común entre las mujeres que entre los hombres. El agorafóbico teme todo aquel lugar donde no se sienta “seguro” o no pueda “recibir ayuda”. El que presenta este tipo de trastorno suele refugiarse en su hogar y rara vez sale, ya que en esas ocasiones experimenta una gran ansiedad. Es la fobia que motiva más a menudo consultas a especialistas.
Claustrofobia: Al contrario que la agorafobia, este trastorno implica el temor a quedar confinado a espacios cerrados. Se estima que entre un 2 y un 5% de la población padece esta fobia. Estas personas suelen evitar los ascensores, el metro, los túneles, las habitaciones pequeñas, hasta las puertas giratorias les pueden presentar dificultades, así como también el uso de equipos para técnicas de diagnóstico médico como el TAC.
Acrofobia: Se trata del miedo a las alturas, no simple vértigo sino un temor que ocasiona ansiedad a quienes lo padecen. La fobia suele manifestarse en situaciones tales como las de asomarse a un balcón, estar en un mirador elevado o junto a un precipicio. Al igual que sucede en otras fobias, aquellos individuos que la sufren buscarán evitar la situación temida.
Emetofobia: Se trata de la fobia al vómito o a vomitar. Hay personas que sienten más que una simple aversión hacia el acto de vomitar, y que incluso cambian sus hábitos alimenticios y sociales en consecuencia (por ejemplo, evitar ir a comer a restaurantes por temor a que la comida que le sirvan allí le siente mal al estómago). Si bien sólo en casos extremos se considera fobia, se calcula que el 6% de la población siente temor de vomitar.
Carcinofobia: Se trata del miedo a contraer cáncer. Es uno de los temores más comunes desde el momento en que la mayoría de los adultos siente aprensión ante la posibilidad de manifestar esta enfermedad. Sin embargo, en el caso de los fóbicos, se trata de un miedo muy antinatural, ya que demostrarán temerle a cualquier síntoma físico negativo, asociándolos todos a síntomas de la enfermedad.
Brontofobia: Son comunes las fobias que involucran elementos climáticos o determinados fenómenos meteorológicos, y éste es el caso de la Brontofobia. Consiste en el miedo extremo ante los rayos y truenos de las tormentas. Alguien con esta fobia estará alarmado tanto antes como durante las tormentas, y en casos extremos, padecerán los síntomas de la ansiedad. Incluso puede verse afectada su vida social, ya que su planificación de actividades depende del pronóstico meteorológico, y pueden llegar a faltar al trabajo o modificar sus hábitos debido al clima.
Necrofobia: El miedo a la muerte es algo natural e instintivo en el hombre, posiblemente porque la muerte es lo desconocido. Además, se asocia la muerte con los padecimientos que la preceden, dolor, sufrimiento, etc. Sin embargo, algunas personas padecen de una verdadera fobia a la muerte y a los seres muertos. Quienes padecen de esta condición no pueden explicar con claridad el sentimiento escalofriante que experimentan al estar frente a una momia o a un cadáver.

      Tratamiento

Debido a que las fobias pueden afectar la vida cotidiana de quienes las padecen, hasta el punto de acarrearles verdaderos disturbios a sus relaciones afectivas, su entorno laboral y su vida privada, muchas personas realizan consultas acerca de un posible tratamiento de las fobias, ya sea para erradicar la fobia o para aprender a vivir con ella. Es importante saber que las fobias no suelen desaparecer por sí solas, por ello es muy importante buscar ayuda.
Para iniciar un tratamiento, lo primero es tener el diagnóstico de un profesional (ya que lo que se puede confundir con una fobia específica podría ser en realidad un trastorno de ansiedad, o algo circunstancial). Es importante conocer los diversos factores implicados en el problema (qué desencadena la fobia, qué la predispone, qué soluciones se han intentado). El paciente y el especialista deben mantener una relación fluida que les permita elaborar objetivos a alcanzarse con el tratamiento.
Las fobias específicas suelen tratarse mediante psicoterapia, que, a la vez que le enseña al paciente las causas de su fobia, le aporta técnicas para ir dominando la ansiedad ante el estímulo desencadenante. Las técnicas para controlar la respiración y la tensión muscular también pueden ser de gran utilidad.
Un tipo de tratamiento muy habitual para las fobias es el de la terapia de exposición. En ésta, poco a poco, los profesionales confrontan al paciente con la situación tan temida. El estímulo gradual y progresivo hacen que las personas de a poco vayan controlando sus temores (por ejemplo, si una persona teme a los pájaros, puede comenzar por ver una pluma, o un dibujo de un ave, y recién una vez que tolere el miedo que estos estímulos le generan, se intenta con algo más). Similar es el tratamiento conocido como desensibilización sistemática, en el cual en lugar de estímulos se recurre a la imaginación del paciente, que va proyectando en su mente al estímulo temido. En ambos ejemplos de tratamiento, la exposición o la imaginación del estímulo se detiene cuando el paciente no puede controlar su ansiedad, y se recomienza cuando se ha tranquilizado. De a poco, logra resistir períodos más largos y así se va perdiendo el miedo.
Existe otro tratamiento conocido como terapia cognitiva, en el cual se le da al paciente mucha información sobre aquella situación a la que teme, para que de esta manera vaya cobrando confianza (este tratamiento se utiliza mucho con pacientes que padecen de aerofobia –miedo a volar- y que sin embargo necesitan poder subirse a un avión debido a motivos laborales).
Sin embargo, también algunas personas optan por métodos de choque(terapias conductuales donde se produce una exposición forzada al estímulo, hasta que el paciente controle su ansiedad). El uso de psicofármacos no suele ser recomendado en el tratamiento de las fobias, debido a que, si bien puede paliar los síntomas de ansiedad, no elimina el problema.

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