FOBIAS
¿Qué
es una fobia específica?

El manual de
diagnóstico de los trastornos mentales (DSM-IV) de fine a una fobia como “temor
acusado y persistente que es excesivo o irracional, desencadenado por la
presencia o anticipación de un objeto o situación específicos”. La fobia
específica se caracteriza porque la persona que la padece experimenta el miedo
y el malestar asociados a determinado estímulo en particular (por ejemplo,
fobia a las tormentas, a las arañas o a los payasos). Por el contrario, la
fobia social es más amplia y se refiere a la relación de la persona con los
demás. La fobia le causa a quien la padece un temor intenso que puede
desembocar en síntomas físicos tales como mareos, náuseas o palpitaciones, y
hasta derivar en un ataque de pánico.
Si bien es difícil
determinar cuáles son las diez fobias más comunes (ya que varían según el sexo
y la edad –los adolescentes padecen fobias sociales con más frecuencia que los
adultos-), he aquí una lista de las que se considera más frecuente en general:
Aracnofobia:
Se trata del miedo a las arañas. Se calcula que la mitad de las mujeres y el
10% de los hombres padecen esta fobia en algún grado. Las reacciones de estas
personas resultan exageradas para los demás, e incluso para los mismos
afectados. Éstos procuran mantenerse apartados de los sitios en donde pueden
encontrarse arañas, o donde han visto telas de araña. En los casos más serios,
el pánico puede ser detonado incluso al ver una fotografía.
Socio
fobia: Se trata de un persistente e intenso miedo a ser
juzgado negativamente en situaciones sociales. Es una fobia de las más comunes
entre adolescentes y jóvenes, se calcula que cerca de un 4% de las personas
entre 18 y 55 años la padecen. A diferencia de lo que sucede en la mayoría de
las fobias, esta fobia social es igualmente común en hombres y mujeres.
Aerofobia:
Se trata del tan común miedo a viajar en avión (de hecho, se calcula que sólo
el 5% de los pasajeros abordan el avión sin temores de ningún tipo). Sin
embargo, las personas que padecen de esta fobia no experimentan sólo una ligera
inquietud en el momento del aterrizaje y del despegue, sino que en ocasiones
las fobias les impiden planear siquiera un viaje de este tipo, o les ocasionan
trastornos de ansiedad ante la perspectiva de un futuro viaje, incluso meses
antes de llevarlo a cabo.
Agorafobia:
Se trata del miedo a los espacios abiertos, y es un trastorno más común entre
las mujeres que entre los hombres. El agorafóbico teme todo aquel lugar donde
no se sienta “seguro” o no pueda “recibir ayuda”. El que presenta este tipo de trastorno
suele refugiarse en su hogar y rara vez sale, ya que en esas ocasiones
experimenta una gran ansiedad. Es la fobia que motiva más a menudo consultas a
especialistas.
Claustrofobia:
Al
contrario que la agorafobia, este trastorno implica el temor a quedar confinado
a espacios cerrados. Se estima que entre un 2 y un 5% de la población padece
esta fobia. Estas personas suelen evitar los ascensores, el metro, los túneles,
las habitaciones pequeñas, hasta las puertas giratorias les pueden presentar dificultades,
así como también el uso de equipos para técnicas de diagnóstico médico como el
TAC.
Acrofobia:
Se
trata del miedo a las alturas, no simple vértigo sino un temor que ocasiona
ansiedad a quienes lo padecen. La fobia suele manifestarse en situaciones tales
como las de asomarse a un balcón, estar en un mirador elevado o junto a un
precipicio. Al igual que sucede en otras fobias, aquellos individuos que la
sufren buscarán evitar la situación temida.
Emetofobia:
Se trata de la fobia al vómito o a vomitar. Hay personas que sienten más que
una simple aversión hacia el acto de vomitar, y que incluso cambian sus hábitos
alimenticios y sociales en consecuencia (por ejemplo, evitar ir a comer a
restaurantes por temor a que la comida que le sirvan allí le siente mal al
estómago). Si bien sólo en casos extremos se considera fobia, se calcula que el
6% de la población siente temor de vomitar.
Carcinofobia:
Se
trata del miedo a contraer cáncer. Es uno de los temores más comunes desde el
momento en que la mayoría de los adultos siente aprensión ante la posibilidad
de manifestar esta enfermedad. Sin embargo, en el caso de los fóbicos, se trata
de un miedo muy antinatural, ya que demostrarán temerle a cualquier síntoma
físico negativo, asociándolos todos a síntomas de la enfermedad.
Brontofobia:
Son comunes las fobias que involucran elementos climáticos o determinados
fenómenos meteorológicos, y éste es el caso de la Brontofobia. Consiste en el
miedo extremo ante los rayos y truenos de las tormentas. Alguien con esta fobia
estará alarmado tanto antes como durante las tormentas, y en casos extremos,
padecerán los síntomas de la ansiedad. Incluso puede verse afectada su vida
social, ya que su planificación de actividades depende del pronóstico
meteorológico, y pueden llegar a faltar al trabajo o modificar sus hábitos
debido al clima.
Necrofobia:
El miedo a la muerte es algo natural e instintivo en el hombre, posiblemente
porque la muerte es lo desconocido. Además, se asocia la muerte con los
padecimientos que la preceden, dolor, sufrimiento, etc. Sin embargo, algunas
personas padecen de una verdadera fobia a la muerte y a los seres muertos.
Quienes padecen de esta condición no pueden explicar con claridad el
sentimiento escalofriante que experimentan al estar frente a una momia o a un
cadáver.
Tratamiento
Debido a que las fobias
pueden afectar la vida cotidiana de quienes las padecen, hasta el punto de
acarrearles verdaderos disturbios a sus relaciones afectivas, su entorno
laboral y su vida privada, muchas personas realizan consultas acerca de un
posible tratamiento de las fobias, ya sea para erradicar la fobia o para
aprender a vivir con ella. Es importante saber que las fobias no suelen
desaparecer por sí solas, por ello es muy importante buscar ayuda.
Para iniciar un
tratamiento, lo primero es tener el diagnóstico de un profesional (ya que lo que
se puede confundir con una fobia específica podría ser en realidad un trastorno
de ansiedad, o algo circunstancial). Es importante conocer los diversos
factores implicados en el problema (qué desencadena la fobia, qué la
predispone, qué soluciones se han intentado). El paciente y el especialista
deben mantener una relación fluida que les permita elaborar objetivos a
alcanzarse con el tratamiento.
Las fobias específicas
suelen tratarse mediante psicoterapia, que, a la vez que le enseña al paciente
las causas de su fobia, le aporta técnicas para ir dominando la ansiedad ante
el estímulo desencadenante. Las técnicas para controlar la respiración y la
tensión muscular también pueden ser de gran utilidad.
Un tipo de tratamiento
muy habitual para las fobias es el de la terapia de exposición. En ésta, poco a
poco, los profesionales confrontan al paciente con la situación tan temida. El
estímulo gradual y progresivo hacen que las personas de a poco vayan
controlando sus temores (por ejemplo, si una persona teme a los pájaros, puede
comenzar por ver una pluma, o un dibujo de un ave, y recién una vez que tolere
el miedo que estos estímulos le generan, se intenta con algo más). Similar es
el tratamiento conocido como desensibilización sistemática, en el cual en lugar
de estímulos se recurre a la imaginación del paciente, que va proyectando en su
mente al estímulo temido. En ambos ejemplos de tratamiento, la exposición o la
imaginación del estímulo se detiene cuando el paciente no puede controlar su
ansiedad, y se recomienza cuando se ha tranquilizado. De a poco, logra resistir
períodos más largos y así se va perdiendo el miedo.
Existe otro tratamiento
conocido como terapia cognitiva, en el cual se le da al paciente mucha
información sobre aquella situación a la que teme, para que de esta manera vaya
cobrando confianza (este tratamiento se utiliza mucho con pacientes que padecen
de aerofobia –miedo a volar- y que sin embargo necesitan poder subirse a un
avión debido a motivos laborales).
Sin embargo, también
algunas personas optan por métodos de choque(terapias conductuales donde se
produce una exposición forzada al estímulo, hasta que el paciente controle su
ansiedad). El uso de psicofármacos no suele ser recomendado en el tratamiento
de las fobias, debido a que, si bien puede paliar los síntomas de ansiedad, no
elimina el problema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario